UNA PEQUEÑA APORTACIÓN DESDE MI HUMILDE EXPERIENCIA, SOBRE COMO SE PUEDEN INTENTAR SOLUCIONAR LOS PEQUEÑOS PROBLEMAS DIARIOS QUE SE PRODUCEN EN LAS ESCUELAS.
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domingo, 26 de febrero de 2017

¿Diferenciamos los docentes calificación de evaluación?

Comentaba el otro día, con un compañero, una circunstancia que es bastante habitual en la dinámica de los centros. El maestro estaba preocupado porque había realizado una prueba escrita y no había obtenido los resultados esperados.
La solución era evidente, debía volver a retomar el aprendizaje de los estándares propuestos en la prueba y  realizar otra vez una evaluación de la adquisición de los mismos. Pero le surgió un problema. ¿Cómo debía calificar esa adquisición, con un promedio o con una valoración nueva desechando la anterior? Es un tema sobre el que he reflexionado bastante, y yo empiezo a tenerlo claro. Debemos enfocar el tema calificatorio competencialmente, y valorar si un alumno/a ha conseguido ser competente para superar los estándares planificados o no lo ha sido, pero desde luego, esta circunstancia debe ser independiente del momento de la consecución, siempre que se esté dentro de la temporalización legal que nos marca la Administración. Por eso, mi consejo a mi compañero, fue que pasase la prueba de nuevo, una vez repasados los contenidos implícitos, y que calificase con la mejor nota de las dos, así es como lo hago yo.
Si un fallo tiene la LOMCE, es que habla de competencias, pero sin embargo se empeña en realizar una calificación cuantitativa de los contenidos de las áreas, que no tiene mucho sentido, no tiene ninguno vamos. Los maestros/as acostumbrados a la dinámica habitual, nos empeñamos en sacar medias y en hablar a los niños de los resultados obtenidos a través de números, que en alguna ocasión tienen hasta centésimas, es absurdo. Un niño, puede no ser competente en algo durante un tiempo por diversas circunstancias, pero si antes de entregar el boletín, ha adquirido la referida competencia, y lo ha hecho de forma sobresaliente, se merece esa calificación, por mucho que en las pruebas anteriores que hubiésemos realizado no lo fuese. Deberíamos calificar el grado de competencia, no el momento de su adquisición. En ese sentido me gustaba mucho la calificación de la LOGSE, que hacía referencia a si progresaba adecuadamente o necesitaba mejorar. Lo primero, lo hacía en referencia a las capacidades individuales del alumno dentro de un marco de referencia de mínimos. Lo segundo,  tenía un gran valor competencial, aunque los docentes nunca quisimos verlo, porque nos empeñamos en  seguir nuestras dinámicas anteriores. Es verdad que sin ese cambio metodológico era un sinsentido. Pero la incongruencia no estaba en el sistema de calificación, sino en el metodológico, que nadie, o casi nadie, se planteó cambiar. Era más cómodo achacar los fallos del sistema a la calificación, por eso muchos maestros/as anotaban una calificación cuantitativa de forma oficiosa, al lado de la cuantitativa oficial, en los boletines de calificación.
Ahora corremos el riesgo de actuar de la misma forma. Lo importante es que el niño aprenda, que sepa solucionar todo tipo de tareas desde los distintos tipos de inteligencia, sabiendo adaptarse a la que mejor encaje con la tarea propuesta, sintiéndose más cómodo. Si logra hacerlo es competente, y si no, pues habrá que buscar estrategias metodológicas para que acabe siéndolo, pero una vez que lo es, lo es. Es independiente de cuanto esfuerzo didáctico hayamos debido emplear. 
Puedo entender una calificación cuantitativa, de suficiente a sobresaliente, para describir el grado de habilidad en el desarrollo de esa competencia adquirida, pero que venga marcada por el momento de adquisición no tiene sentido. Es muy importante que los docentes sepamos diferenciar el concepto importante de evaluación del proceso, y la calificación del mismo, que no es más que el reflejo del anterior en un momento determinado. La evaluación es muy importante, la calificación mucho menos, salvo como retroalimentación de la primera. Por sí sola debería de carecer de valor.

Todo el mundo calificaría a Alberto Contador como muy competente a la hora de valorar la competencia ciclista. Imaginemos que Contador hubiese comenzado a andar en bicicleta con veinte años. A la hora de valorarle competencialmente, ¿analizaríamos su habilidad actual, o realizaríamos una media desde los diez años? Pues eso deberíamos reflexionarlo a la hora de calificar. 
Tener claro este concepto es sumamente difícil, puesto que hay  que reconocer que la primera incongruencia proviene de las leyes educativas, que proponen algo pero no quieren renunciar a lo contrario. ¿Falta de valentía legisladora, o incompetencia? Se trata de otro tema a analizar.


IMAGEN ALBA LAMUELA

miércoles, 22 de febrero de 2017

LA COMPETENCIA PROFESIONAL DOCENTE VISTA POR LOS NIÑOS/AS DE PRIMARIA

Estamos desarrollando en el centro, un seminario sobre el perfil competencial que debe tener un docente,  y lo hacemos dentro del colectivo Atlántida en Aragón. Somos varios colegios los que estamos en el tema,  y además interrelacionados, desde dicho colectivo, con docentes del resto de España, en una función que es más que interesante. A través de Atlántida Aragón, escuchamos y compartimos una gran cantidad de visiones sobre dicha capacidad competencial, y además, analizamos las que aportan expertos sobre el proceso educativo. 
Es importante definir como debe ser un buen profesional docente, para así, poder aproximarnos a la excelencia competencial. Nos ayuda a marcar el camino a seguir cuando programamos y desarrollamos el proceso educativo con nuestros alumnos. Ya digo, grandes profesionales están aportando sus puntos de vista, que no vienen marcados por desarrollos teóricos, sino en la mayoría de los casos, desde la experiencia profesional .
Sin embargo, nos hemos olvidado, a mi entender, de la opinión de los más involucrados en dicho proceso, los propios alumnos/as. Puede que sean niños, que no tengan experiencia de vida, pero desde luego son muy inteligentes y saben lo que quieren y lo que les hace progresar más y mejor competencialmente. Así que me he propuesto preguntarles a mis propios alumnos de sexto de primaria,  sobre cómo debería ser el docente tipo que quieren encontrarse el próximo curso en su acceso a la educación secundaria. Lo he hecho desde una situación futura, sin conexión con el colegio, para salvar las interferencia a nivel personal, y evitar, en la medida de los posible, que extrapolasen filias o fobias actuales hacia docentes del centro.
La encuesta ha sido abierta, para no mediatizar sus respuestas, y la he planteado desde cuatro ámbitos competenciales.

El primero, a nivel de la competencia curricular, les he preguntado: ¿Qué debería saber el docente?
 De las respuestas obtenidas he sacado una conclusión meridiana, La mayoría tienen muy claro que debe conocer con profundidad los contenidos, pero muchos, también hacen referencia a que deben conocer metodologías  adecuadas para que dichos contenidos sean accesibles a los alumnos/as. Muy interesante que aquí asocien los elementos didácticos a los conocimientos de los contenidos propios del área que se está impartiendo, y les asimilen  en el mismo valor competencial.

El segundo, a nivel de competencias metodológicas, les he preguntado ¿Cómo debería enseñar?
Ha habido algunos casos que no han sabido delimitar la respuesta al ámbito de la pregunta, pero entre los que sí que lo han hecho, se han decantado por aprendizajes cercanos a su realidad y aprendizajes gamificados. Curiosamente ninguno se ha definido partidario de metodologías centradas en la memorización de contenidos, aunque en otras respuestas se decantasen por soluciones nada "innovadoras".

El tercero, a nivel de competencias tecnológicas, les he preguntado: ¿Qué tendría que saber utilizar?
La mayoría no ha resaltado la importancia del dominio de las nuevas tecnologías, es más, han vuelto a hacer referencias a cuestiones metodológicas. Solamente unos pocos alumnos/as las han mencionado expresamente. Sin embargo, a través del contexto, creo que mucho de los que no han señalado su importancia, es porque dan por supuesto su dominio, han nacido en un mundo tecnificado y no comprenden que su implantación ha sido reciente, para ellos/as es algo natural el uso de las TIC. Pero puede que mi criterio personal interfiera a la hora de realizar dicha valoración, por lo que no me atrevo a afirmarlo. De todas formas relevante que no haya una mayoría de referencias al dominio de la tecnología. Podría tratarse así mismo, de que estuviesen acostumbrados a tener un dominio similar, o superior, al del docente, y haberse acostumbrado a buscar esta mejora competencial desde escenarios distintos al docente y la escuela. Para reflexionar.

El cuarto, a nivel de competencias emocionales, les he preguntado: ¿Cómo te gustaría que el docente se relacionase contigo? 
Aquí una gran mayoría han respondido que desde la cercanía y la proximidad afectiva, sin embargo, es de destacar que alguna respuesta ha solicitado un alto grado de disciplina, pero no para el grupo, curiosamente para sí mismos/as. Lo que me hace suponer que no es que estén valorando negativamente el ambiente general, sino muy al contrario, su grado de responsabilidad personal, y quizá en estos casos, el trabajo sobre la autoestima y la responsabilidad que estamos llevando a cabo, no está teniendo los resultados esperados.


Así que creo, que deberían de ser los expuestos, los puntos de partida desde los que deberíamos comenzar nuestro trabajo de definición de la competencia profesional docente. De cara a mi labor profesional, me ha supuesto de gran valor evaluador. Yo, a través de mi experiencia docente, tenía claros muchos de estos aspectos, pero que los alumnos/as me los corroboren, o que me señalen la menor importancia de algunos de ellos, es muy revelador. Os propongo a todos/as, que realicéis este pequeño experimento, para luego analizar si os aproximáis profesionalmente al perfil que solicitan vuestros alumnos. 

domingo, 19 de febrero de 2017

EL BUENISMO NO ES UN MOTIVADOR DOCENTE. LOS COFOS.

En mi comunidad autónoma, Aragón, existe una figura en los centros educativos que es el coordinador de formación COFO, desconozco si en la totalidad del resto de comunidades, me consta que en algunas sí, o en otros países, hay algún docente que asuma la misma responsabilidad, u otra similar. Imagino que sí, puesto que realiza, en teoría, una labor positiva.
Las funciones de este docente, que debe realizar durante las dos sesiones semanales que se le adjudican para llevarla a cabo, son las de investigar y averiguar las necesidades de formación del claustro de docentes, y elevar las mismas, a través de un proyecto, a los organismos superiores que se encargan de elaborar los planes de formación autonómicos que den respuesta a estas carencias. A la vez, el COFO,  organiza la formación dentro del colegio, para que a través de seminarios y cursos de formación en el centro, se puedan solucionar las necesidades más inmediatas que pueden ser resueltas desde la cooperación de los integrantes del claustro.
Siempre he abogado por este tipo de formación, siempre he dicho que no hay mejor lugar para encontrar soluciones a los problemas cotidianos, con los que nos encontramos en clase, que las que  puede estar utilizando el compañero/a de la clase de al  lado, pues es quien se encuentra más cercano a mi realidad. Así que como idea inicial, la creación, hace años, de esta figura, es muy positiva y debería haber llevado a los centros. a una formación mucho más próxima a las necesidades que nos plantea el día a día.
Sin embargo,  la función de coordinador de formación no se limita a esta búsqueda de los intereses de los compañeros, también tiene una función administrativa. Debe realizar no solo los proyectos y la memoria de la actividad formativa del colegio, lo que es lógico, sino una función de control de todas las actividades, así como de las prácticas de los alumnos/as de la Facultas de Educación que acuden a nuestro colegio, lo que afea, y mucho, la labor. Se produce una burocratización de las funciones, que tiene que ver poco con la innovación educativa. Quiero dejar claro que como docentes no podemos dejar de lado toda la labor administrativa que nos compete, imprescindible para el control de la vida académica de los alumnos a lo largo de su discurrir por todo el sistema, pero cargar con burocracia una labor añadida no es la mejor manera de fomentarla.
De la misma forma, los maestros que asumen la función de coordinación de nuevas tecnologías, acaban siendo reparadores de hardware y actualizadores de software, y a lo que dedican menos tiempo, es a su función de real,  la de buscar soluciones a los problemas metodológicos que se les plantean a los docentes a través de las nuevas tecnologías, pero este tema lo trataremos en otra entrada.
Así que tenemos una función en los centros que pedagógicamente es muy bonita, pero que debido a la burocratización paralela, no es de mucha aceptación dentro del claustro. Los equipos directivos deben de buscar, y a veces pedir como un favor personal, a alguien que la lleve a cabo. En mis tiempos de jefe de estudios del colegio, parte de mi labor se centraba en ayudar a alguna docente que asumía la labor COFO en sus tareas administrativas, para que así pudiese dedicar a lo que a mi entender era más provechoso, la labor formativa.
Parece que la Administración, quiere plantear un perfil profesional, por cierto muy completo, para llevar a cabo dicha labor. Es fantástico. A mayor preparación para un puesto, sin duda alguna mejor resultado en sus funciones. Pero otra vez está alejada de la realidad y no ha visto la dificultad para encontrar quien quiera asumir dicha carga. Si la carga la hacemos más pesada, más dificultad para encontrar postulantes a la misma. Si no se varía a su vez las características laborales del puesto a cubrir, tendremos unas vacantes para grandes profesionales, pero sin cubrir por nadie. ¿Se han planteado que todo lo que se pide para acceder al perfil profesional propuesto, toda la formación necesaria, es a cambio de dos horas semanales para realizar la labor? Sobre todo si el perfil parece más encaminado a dar la formación personalmente que a fomentarla. A no ser que se pretendan cambiar esas condiciones laborales.
Se me ocurren muchas maneras para realizar dicha ampliación. Por un lado un complemento salarial, acorde con la preparación laboral exigida. Por otro una liberación horaria adecuada para asumir la formación, ya no como quien debe analizar las debilidades del centro y proponer formación, sino como asesor capaz de impartirla. No es mala figura, puesto que así no se separa de la realidad cotidiana de la docencia, pero sin duda alguna,  así me sobra la figura del asesor del CIFE, que con disponer de un coordinador que ampliase algo las funciones de los asesores de los centros sería suficiente. Podría ser una buena solución, y poder solicitar la formación en lo que no se llegase a la Universidad, a través de una coordinación real con la misma. También se podría crear una plaza específica en los centros, por concurso de traslados, donde para obtener la especialización fuese necesario acreditar el perfil profesional propuesto, que me parece, me reitero, espectacular. Claro que ¿cómo va a crear sinergias positivas hacia la formación alguien que acaba de llegar y está completamente desligado de la realidad del claustro? Imagino que en este punto todos estáis pensando que me he vuelto loco y que estoy en un país diferente al que estamos disfrutando-padeciendo. Valoración de un perfil de gran preparación, coordinación con la universidad, continuidad del contacto con el aula, utopías vamos.

Así que vuelvo a la realidad. Está muy bien el querer tener profesionales bien formados para realizar funciones concretas y específicas, en Educación y en el resto de departamentos, pero pretender, o al menos de momento así lo parece, que lo hagan por amor al arte, sin crear una motivación para la solicitud de dicha función, me parece que es vivir en un mundo paralelo, y desde esa pérdida de la realidad, desde donde muchas ideas que en principio son positivas degeneran en inercias sin ningún valor pedagógico. Es querer hacer una gran ofrenda de flores, pero solo con las de alta montaña, imposible, y además agotaremos las flores.


miércoles, 15 de febrero de 2017

La incoherencia de los docentes o la falta de reflexión sobre el proceso educativo

A los maestros nos gusta utilizar términos pedagógico-científicos, preferentemente en inglés, para demostrar a los demás, y a nosotros mismos, que somos muy innovadores y que estamos a la última en cuanto a los avances del proceso educativo. Sin embargo, no dedicamos el tiempo necesario a realizar una reflexión y una evaluación de lo que significan esos términos y, lo que es peor, lo que supone llegar hasta el final de una determinada teoría. Por eso, muchas veces, la supuesta utilización de una práctica novedosa, que decimos utilizar, se queda, tan solo, en una determinada tarea que no se extiende, interconectada, al resto de nuestra práctica. Lo que nos lleva a un determinado grado de incoherencia profesional, más o menos importante, dependiendo de nuestro grado de reflexión profesional.
La verdad, es que nuestra propia experiencia vital hace que demos por supuestas muchas de nuestras acciones, positivas en el pasado, como inmutables. Es complicado ponerte a reflexionar sobre algunas de tus prácticas más antiguas, sobre todo, reitero, si han sido exitosas, y plantearse la posibilidad de modificarlas. Lo primero, es que no podemos replantearnos constantemente todas nuestras acciones, puesto que no tendríamos tiempo para nada más, pero no hacerlo siempre tampoco implica no hacerlo nunca, y lo segundo, es que la inercia en los planteamientos profesionales es muy difícil de detener, puesto que solemos buscar factores externos a las distorsiones que se producen en el proceso, es una reacción humana. Además, es cierto que esas interacciones externas que escapan de nuestra labor existen, y son importantes causas del fracaso escolar de algunos de nuestros alumnos. No podemos negar esta realidad, ni tampoco focalizar toda la responsabilidad en el docente, sería injusto, pero también lo es, no revisar periódicamente nuestra labor para encontrar mejoras para aplicar en el proceso, puesto que algunas veces sí que podemos mejorar el aprendizaje de nuestros alumnos.
En educación hablamos continuamente de que el proceso de aprendizaje debe ser individualizado y su evaluación, sumativa y continua. Tiene todo el sentido del mundo. Si el fin evaluador no es una calificación, ni  por supuesto, la graduación de la adquisición de conocimientos de un alumno con respecto al grupo, los marcos de referencia deberían estar marcados de la forma más individualizada posible. Si lo importante de la evaluación es conocer los aspectos en los que el alumno tiene alguna carencia competencial, para ayudarle a subsanarla y facilitarle los medios, a través de las tareas que creamos oportunas para que lo logre, no nos debería importar tanto si los métodos de calificación y las referencia utilizadas, difieren entre un alumno y el resto del grupo. Lo contrario, es no ser consecuente. Es cierto, que el desarrollo de un currículo por parte de la Administración, y los estándares que se deben superar para conseguir una titulación final, nos marcan  los objetivos a conseguir, pero no podemos olvidar, que el objetivo final del proceso educativo, es conseguir alumnos competentes, y que si lo logramos, superaran los estándares que son necesarios para la titulación final.
Es difícil conseguir esa coherencia cuando la misma Administración no lo es, y nos pide, que por un lado individualicemos el proceso, y por otro, califiquemos de una forma estandarizada y numéricamente con una graduación de los alumnos dentro de su grupo innegable, que nada tiene que ver con el principio de individualización.
El otro día, una compañera le decía a uno de los alumnos de sexto de E. Primaria, que tenían un problema, puesto que el niño, que había estado enfermo, no había hecho un examen y que a esa hora, iba a corregirlo de forma común, con el resto de compañeros, para que pudiese apreciar los fallos cometidos, y aprender a subsanarlos. Yo le pregunté si el niño podría tener un ocho, y ella me dijo que sí. Pues pónselo, fue mi comentario, a lo que me respondió, que eso sería injusto para los demás. En absoluto lo es, ¿en qué mejora la competencia de un alumno  la calificación obtenida por otro? En nada. La injusticia puede venir porque se puede modificar la graduación del niño dentro del grupo, pero si la evaluación, y  por lo tanto la educación es, o al menos debería ser individualizada, ¿es un problema? La respuesta es NO.

Pedimos a los niños/as que se preocupen de su proceso de aprendizaje, que deben valorar lo que saben y no compararse con nadie, que su referencia debe ser su mejora personal, y no su relación con lo que los demás saben o dejan de saber. Sin embargo, nuestra actuación en la mayoría de los casos, no es para nada consecuente con lo que decimos. No hemos reflexionado sobre el término educación  individualizada, simplemente nos sumamos al mismo porque es un término que es novedoso y yo quiero serlo. Pero, en el fondo, ¿he reflexionado sobre lo que supone? La mayoría de las veces no. Ese es el problema, que dedicamos muy poco tiempo a la reflexión, y por lo tanto, a la evaluación y modificación de nuestra labor. Es aquí, antes que en ningún otro sitio, donde mejora, o debería mejorar, el sistema educativo. No hay malas ni buenas prácticas, hay prácticas reflexionadas y con los objetivos claros y otras que no lo son. Podemos ser "innovadores" pero si no nos planteamos los objetivos de nuestras acciones como docentes, seremos malos profesionales. Es como si quisiéramos parecer expertos usuarios de tecnología punta pero en nuestra casa utilizásemos centralistas del siglo pasado.


domingo, 12 de febrero de 2017

SEXTO DE PRIMARIA. GAMIFICACIÓN Y ABP DESDE LA MOTIVACIÓN. PROYECTO NBA

Seguimos trabajando competencialmente las áreas de matemáticas y lengua,   sin libros de texto, a través del desarrollo de proyectos . Estamos durante el segundo trimestre trabajando el proyecto NBA, puede que la mayoría no sean amantes del baloncesto, pero el hecho de trabajar los estándares desde una liga deportiva, les parece tan sorprendente, que la motivación ha llegado por sí misma. Hubiésemos podido trabajar con una liga de fútbol, pero habríamos corrido el peligro de que las afinidades personales hubiesen dificultado el trabajo desde la competencia social y ciudadana. Además, somos un centro bilingüe, y la NBA nos da la oportunidad de trabajar la competencia lingüística en inglés. Desarrollamos paralelamente varias tareas, voy a comentar alguna de las que tenemos en marcha.
Por grupos, han preparado equipos de la liga Fantasy de Movistarplus. A través de este juego on line, los niños/as deben elaborar, con un presupuesto cerrado, equipos con jugadores de baloncesto que luego dirimimos en una liga privada. Todas las semanas se pueden realizar dos cambios, con lo que aprenden a realizar estimaciones de mercado y discernir sobre valores a futuro, tomar decisiones para mejorar su presupuesto y por lo tanto sus resultados, creo que estamos dentro de lo que muchos llaman "gamificación". 
Ni mucho menos es la única tarea del proyecto que tiene que ver con los resultados de los partidos, simultáneamente realizamos estadísticas de los jugadores que han tenido encuentro la noche anterior y las gráficas de los porcentajes correspondientes.
Además, cada uno de los equipos, seleccionó un jugador histórico de la liga. Así han tenido que preparar su biografía, ya no solo a nivel deportivo, sino también personal. Han buceado en las redes e investigado sobre los aconteceres personales de las personas estudiadas, han tenido que imbuirse de su personalidad. Una vez que han conocido convenientemente al jugador seleccionado, hemos preparado las características de la entrevista, de la misma manera, que en el primer trimestre, con el proyecto Verne, estudiamos el debate
Se trata de entrevistas libres sin haber pactado las preguntas previamente, lo que dificulta a los niños/as su preparación. También al ser un colegio British Council entendemos que podían ser en inglés, pues los alumnos, estando ya en sexto de E. Primaria, deben ser competentes para desenvolverse en dicho idioma. Os enlazo la entrada del blog de proyectos desde donde se pueden ver todas las entrevistas. PINCHA AQUÍ
Así en el desarrollo de las tareas del proyecto estamos  trabajando: 
La competencia matemática, en el desarrollo de los porcentajes y las estadísticas de los partidos de la noche anterior, y en la elaboración y cambios de los mejores jugadores para nuestros equipos de la liga Fantasy. 
La competencia lingüística, en la elaboración y preparación de las entrevistas y en la redacción de las crónicas de los partidos, que ven los chicos, y que cuelgan luego en el blog de proyectos. Aquí preferimos los encuentros que juegan ellos/as los fines de semana o los de un familiar o amigo, independientemente del deporte que sea. Lo importante es que se familiaricen son un estilo literario diferente al que pueden encontrarse normalmente, para ello han debido investigar sobre como se realizan las crónicas deportivas previamente. 
La competencia digital, en la búsqueda de la información sobre los jugadores históricos elegidos, que han debido investigar, y en la investigación sobre  las características de crónicas y entrevistas.
Competencia aprender a aprender. Los alumnos/as se han debido de organizar en el trabajo colaborativo y han diseñado  su labor para que resulte eficaz y dotarlo de coherencia. Así mismo, por estas mismas razones, hemos desarrollado y trabajado, en esta tarea, la Competencia Social y Ciudadana.
La competencia emprendedora, desde el momento en que valorando las posibilidades existentes, se deciden por un jugador en concreto y valoran la forma de estudiar su carrera deportiva y trayectoria personal. De la misma forma, debieron decidir como repartían la investigación y eligieron al representante del grupo que iba a asumir su identidad delante de la cámara, también en la gestión de los equipos confeccionados para nuestro juego Fantasy. Deben comprender los conceptos de mercado y de inversión, para tener mejores resultados al final del juego y no tan solo en la semana actual.

En fin, se trata de un trabajo multicompetencial, que está motivando muchísimo a los niños/as, y que nos sirve para trabajar los estándares desde diferentes estrategias, pero sin duda de una manera muy eficaz.
Como para muestra vale un botón os inserto una de las entrevistas, aunque recuerdo, que hemos indexado todas en un enlace al comienzo del post.




miércoles, 8 de febrero de 2017

¿Los premios llevan a un colegio a dejar de ser un gueto?

Publica el Heraldo de Aragón una noticia sobre educación, donde alaba la labor del CEIP Ramiro Solans, que ha recibido, merecidamente,  el Premio Nacional a la mejora del éxito educativo 2016, concedido por el Ministerio de Educación. La noticia debe servirnos a todos los docentes de espaldarazo, sobre todo a los que trabajamos con alumnos ACNEAEs de minorías étnicas. Es reconfortante ver como el esfuerzo de estos niños/as, que muchas veces lo tienen muy difícil, se valora y se premia. Sin embargo, el titular del periódico reza "El colegio que dejó de ser gueto y acumula premios". Creo que confunde las cosas, las mezcla y nos lleva a una conclusión errónea.
La definición de Gueto según la RAE es:


Del it. ghetto.
1. m. Judería marginada dentro de una ciudad.
2. m. Barrio o suburbio en que viven personas marginadas por el resto de la sociedad.
3. m. Situación o condición marginal en que vive un pueblouna clase social o un grupo de personas.

Si observamos la fotografía que acompaña el artículo, observaremos que los niños/as que aparecen, pertenecen, al menos aparentemente, a minorías étnicas, o provienen de familias inmigrantes. Por lo tanto, el colegio no  ha perdido el estigma de acogedor de niños en situación social desfavorecida que ha tenido el colegio en los últimos años. Sin embargo, esta coyuntura no les ha privado de trabajar con ilusión y grandes resultados. Lo que indica que una cosa no tiene que estar ligada a la otra.  Las dificultades que conlleva este trabajo son enormes,  me parece obvio y no es algo que haya que explicar. Soy maestro en un colegio similar, donde acogemos a una gran cantidad de familias en esta situación.  A diferencia del Ramiro Solans, la situación demográfica del barrio, y ser hasta hace unos años, el único colegio que brindaba bilingüismo en la zona, atraía, aunque fuese de manera forzada, a la población que podríamos denominar "normalizada". Como en los últimos años la presión demográfica ha dejado de ejercer influencia por la caída de la natalidad en esta zona de la ciudad, nos vemos abocados a tener cada vez de una forma más marcada, una fotografía similar a la que aparece en el artículo del periódico.
También hemos ganado bastantes premios, como el de lectura en público en lengua extranjera, sobre colegios ya no concertados, sino privados, que basan su publicidad en un bilingüismo total, luego creo que nuestro buen hacer está demostrado a pesar de nuestros hándicaps . Sin embargo, esa situación no cambia en absoluto la tendencia de nuestra matrícula hacia una población escolar necesitada de "compensación" educativa.
Por todo esto, me parece irreal  señalar que una buena labor educativa acaba con la marginalización del centro por sí sola. No, no lo hace si no se toman medidas adicionales por parte de la Administración. A través de  un comentario en google plus, un compañero me indicaba ante esta reflexión, que no hay que esperar a que nadie haga nada, sino trabajar con ilusión, cada uno/a desde nuestro esfuerzo, para revertir dicha situación. Estoy de acuerdo, hace años que me afano en ello, con seis años en la jefatura de estudios del colegio, donde nuestro lema ha sido, seamos los mejores en lo que hacemos, al menos que nadie nos pueda achacar que la matrícula es baja porque no realizamos nuestra labor con profesionalidad. Pero la realidad es otra, sin ayuda no hay nada que hacer.
Somos el colegio más pequeño del barrio y sin embargo, quintuplicamos en becas de comedor al siguiente en la lista, y si nos comparamos con los concertados de la zona, que nos duplican y triplican en matrícula, les multiplicamos por diez en dicho baremo de becas, es muy significativo.
No podemos conformarnos con trabajar bien, el hándicap no es para nosotros, es para los alumnos/as, pero no nos equivoquemos, no solo para los de nuestro centro o los  del Ramiro Solans, sino para todos/as que están perdiendo la oportunidad en ser más competentes en una situación social real y no en una impostada. 
Se puede ser un colegio de gran calidad educativa y ser un gueto a nivel social, y se puede no tener matriculado a ningún alumno en situación de desventaja social y no realizar una buena labor didáctica. Aunque me temo que lo primero que buscamos como padres es la protección de nuestros hijos ante futuros conflictos con niños/as problemáticos, por encima incluso de un colegio donde puedan potenciar sus competencias, y para buscar cobertura políticamente correcta a este pensamiento, argumentamos lo que sea necesario, puesto que reconocer este miedo, por otra parte comprensible, nos señala con el dedo del racismo. La Administración cobija esta situación, puesto que son muchos los votos que  se pueden perder.
Titulares como el del Heraldo llevan a engaño. Para dejar de ser un gueto, no hay que ofrecer una buena educación. La buena labor educativa hay que brindársela a todos los niños, si no se hace, independientemente de la matrícula  y su extracción social, no estamos hablando de buenos profesionales. Otra cosa, son las dificultades a sortear, y para ello deben de habilitarse soluciones con discriminación positiva. Pero no por ello se evita la concentración de alumnos de un determinado perfil en un colegio. Eso escapa a la labor educativa, eso pertenece a la Acción Social, y creo que si no se toma en serio, no podremos evitar que existan escuelas gueto.
Soluciones para mejorarlo, pocas, muy pocas, y depende más del plan general de urbanismo y de la ubicación de viviendas de alquiler social que de la labor docente.
No señor periodista, que los compañeros/as del colegio Ramiro Solans hagan una excelente labor, no soluciona el problema de esos niños/as ni de sus familias. Lo que hay que hacer es otro tipo de política, cuya ausencia queremos maquillar  con medidas cosméticas como el planteamiento de la noticia. 

Por otra parte, el AMPA delcolegio Pío XII de Huesca denunció esta situación el curso pasado, el TribulaSuperior de Justicia de Aragón le dio la razón. Educación dijo que estudiaría la manera de ejecutar la sentencia y redistribuir a este alumnado por todos los colegios de la zona, pero siempre está la misma barrera, que muchas veces me da la impresión que es una excusa perfecta para la inacción y no revelar a los poderes fácticos, la tan comentada e intocable libertad de elección de centro por parte de las familias. La solución, que parece que se va a aplicar, es que los trabajadores sociales del ayuntamiento de Huesca, van a hablar con las familias que tienen niños/as en edad de acceder al colegio por primera vez, para que soliciten colegios distintos, y desde ahí, propiciar una reorganización. Pero ¿quién lleva a su hijo a un colegio que no es el más cercano a su casa sin otra motivación? Por eso digo que la solución es muy difícil, que mientras las viviendas de alquiler social no se redistribuyan por toda la ciudad, en lugar de concentrarse en unos pocos lugares, no hay nada que hacer. Además, debemos de luchar contra la hipocresía social, que nos lleva a pensar que está muy bien la acción social, pero siempre lejos de mi casa y más aún de mis hijos. Debemos buscar la solución, pero es a muy largo plazo. Hasta entonces, debemos ir colocando parches, como una mejor dotación a los centros que acojan mayor cantidad de alumnado de este tipo. Aprender a no atemorizarnos porque el compañero de mi hijo/a sea de etnia gitana o inmigrante, y una vez superados estos estigmas sociales, empezaremos a encontrar la solución. Titulares como el del Heraldo relacionando éxito con pertenencia a minorías étnicas no ayudan.
Si fuésemos valientes, ¿podríamos reubicar el número de becas de comedor entre todos los colegios de una zona, con un número máximo de becas por colegio? ¿Podríamos obligar a los centros concertados a tener que matricular un número mínimo de alumnos/as con becas de comedor, para mantener el concierto? A lo mejor, así sí que sería más fácil convencer a las familias para que desplazasen a sus hijos del colegio más cercano y evitaríamos la masificación de estas becas en un solo centro. Posiblemente esta medida sea difícil de aplicar normativamente, pero las normas pueden cambiarse y no esperaríamos a que la situación se arreglase por sí sola. Aunque, ¿queremos solucionar este problema, o con unos premios otorgados  nos quedamos tranquilos?.



domingo, 5 de febrero de 2017

LA IMPORTANCIA DE LOS ALUMNOS/AS EN LA EVALUACIÓN DOCENTE.

Los docentes tenemos siempre en la boca el término evaluación, cuando hablamos con los padres de los alumnos/as, les hablamos de su importancia, de que realizaremos un buen proceso evaluativo para poder comprobar el momento educativo de los niños/as, y poder darles una información precisa del momento formativo en el que se encuentran sus hijos. Nos ponemos muy serios a la hora de evaluar a los demás. Solo hay que vernos en las sesiones de evaluación, cuando decidimos la repetición de un curso por parte de un alumno/a porque no tiene adquiridos los contenidos imprescindibles en cualquiera de las áreas. ¿Cómo va a promocionar alguien que no domine la división de fracciones? Sonrío recordando la expresión de algún compañero oponiéndose a una promoción, porque en el examen final de su área, un alumno tenía un tres con setenta y cinco centésimas. Eso sí, no se planteaba en ningún momento si el alumno era competente, y si en el caso de serlo, la no adquisición de esos contenidos, tan importantes para el docente, eran al menos en parte, responsabilidad suya.
En eso los maestros/as no somos tan cuidadosos ni escrupulosos. En la evaluación de la parte del proceso educativo que afecta a nuestra labor somos mucho más laxos. He escrito muchas entradas en el blog sobre la importancia de la evaluación docente. De lo importante que es; de que debería ser imprescindible ,a mi entender, un proceso evaluador de dicha función y que debería estudiarse la forma  para poder  realizarla de forma seria y continuada. A falta de dicho proceso, a la mayoría de los maestros les da pavor tan solo el mencionarlo, he propuesto, desde aquí, varias formulas que podríamos utilizar para mejorar nuestra práctica con la ayuda de compañeros de nuestro centro de trabajo. Podríamos evaluarnos unos a otros y podríamos realizar sugerencias que mejorasen nuestro trabajo, pero ya está comentado.

Sin embargo, no me he parado a reflexionar sobre lo que pueden realizar los que mejor conocen nuestra labor, nuestros propios alumnos/as. ¿Quién mejor que quienes pasan con nosotros en el aula todo el día, para poder testar los aspectos que son mejorables en nuestra práctica? La respuesta es clara, nadie. 
No podemos plantearnos que dicha evaluación se contemple en un test de preguntas cerradas a final de curso y una pregunta abierta con sugerencias, eso se hace y me parece altamente ineficaz. La diferencia de rango en la estructura educativa y la falta de madurez de nuestros alumnos/as, hacen de este test un parche sin valor. ¿Quiero decir con esta afirmación que debemos desestimar su  opinión? Ni mucho menos. Lo que ocurre es que debemos buscar otras fórmulas para poder realizar dicha evaluación. La primera y evidente, es el análisis de la progresión de resultados, e incido en la progresión y no en los resultados en sí mismos. Si la evolución es positiva, sin duda la metodología empleada está siendo efectiva, evidentemente, pero no podemos quedarnos ahí, puesto que no nos indica si el grado de mejora es el adecuado.  Sin embargo, hay un factor que a pesar de ser imposible de cuantificar, nos da una información importante sobre nuestra labor, y es la actitud de los alumnos/as. Esta debería ser la premisa principal a la hora de la evaluación, sin conseguirla no deberíamos analizar nada más.
El otro día tres niños/as de clase, todos pertenecientes a minorías étnicas, me pidieron, por separado, poder  quedarse conmigo, en un recreo, para repasar diferentes estrategias matemáticas que necesitaban para la realización de unos trabajos que tienen carácter voluntario. No puedo medir esta circunstancia, no es extrapolable  a una gráfica de resultados, pero esos mismos niños, no mostraban excesivo interés antes por la adquisición de técnicas que mejorasen su competencia matemática. Es este detalle el que me indica que la metodología utilizada este curso, trabajando a través de Proyectos, sin utilizar el libro de texto, está siendo satisfactoria, más que eso, muy satisfactoria. Estos alumnos, no mostraban ningún tipo de necesidad en su aprendizaje cuando hasta el curso pasado dependían del material de las editoriales, luego algo fundamental estamos consiguiendo. Es un feedback superimportante, es un elemento de apoyo fundamental para el docente. El grado de implicación de los niños/as en el proyecto, nos indica claramente, si el rumbo marcado es el adecuado o no. No despreciemos este dato. Escuchemos a nuestros alumnos/as, pero en lo que dicen de manera subliminal, si no lo hacemos, nos perderemos la mejor guía para poder pisar firme en nuestra andadura profesional.





miércoles, 1 de febrero de 2017

¿ES POSITIVO CELEBRAR EL DÍA DE LA PAZ? Mejor el diario de la Paz

Hemos celebrado en el colegio el Día de la Paz, y me muestro categóricamente en contra. No me gusta el día de nada, pero celebrar el día de la paz  me parece todavía peor. Puede que al leer esta afirmación pueda dar la imagen de una persona que no es solidaria, y que no se cree los beneficios de la no violencia. Es normal, lo que acabo de escribir es políticamente incorrecto, y en nuestra sociedad, toda afirmación que lo sea, pasa a  ser censurable, sin un posterior análisis de lo que se ha querido decir. Es una de las primeras labores a afrontar en la escuela, enseñar a reflexionar con profundidad, antes de emitir un juicio.
De todas maneras, voy a explicar la afirmación inicial. El día de algo debería ser una conmemoración, el recordar a algo o a alguien que supuestamente debe ser recordado. Ciertamente, el 30 de enero es la efemérides de la muerte de Gandhi, pero estoy seguro de que si se lo preguntásemos  a muchos docentes no sabrían relacionar el hecho con la celebración escolar.
En casi todos los colegios se recurre a una especie de desfile de todos los niños/as con unas canciones que tienen que ver con el tema, y a la proclamación de una serie de consignas y deseos relacionados con la necesidad de Paz en el mundo. Es fantástico, es una buena actividad, y además puede que facilite el espíritu de  pertenencia común a una misma organización como es el colegio. Todo son cosas buenas, y por lo tanto no estoy criticando en absoluto que se lleven a cabo. Lo que sí que me parece pernicioso es circunscribirlas a un momento determinado, a un día en concreto. Si se hace así, da a entender que  en el resto de  días del año pierden importancia este tipo de actividades, y creo que es al contrario. Se puede argumentar que se hace así para darle visibilidad, pero lo que ocurre, es que se da visibilidad con la forma y no con el fondo, y los niños/as se quedan con esto. Si además realzamos en las redes sociales lo bonito y espectacular que ha quedado la actividad y no remarcamos los beneficios y la necesidad que tenemos de no violencia, el trabajo se queda roto, incluso puede que lleguemos a banalizar una reflexión que es muy necesaria.
El día de la Paz debe celebrarse los trescientos sesenta y cinco del año, el día de la mujer exactamente igual, aunque tiene más delito todavía, a mi entender, celebrarlo expresamente, aquí sí que hay un símbolo machista, mucho más que en el lenguaje. Se puede festejar el día de Gandhi o el de Martin Lutero King, o el de Nelson Mandela, o el de las madres de la plaza de Mayo, que no hay que caer en resaltar solo a hombres, como símbolos de la lucha por la Paz y la igualdad. Pero no darle un día a un valor quien debe ser continuo y permanente.
Lleva la idea  toda la noche rondando por mi cabeza. Así que vamos a aplicarla en el aula. Vamos a diseñar una actividad que haga que los alumnos/as reflexionen sobre este tema de manera continua y no solo por haber hecho una excepcionalidad en la continuidad del trabajo escolar. Siempre digo que prefiero enseñar lo que se hace a lo que se quiere hacer. En este caso voy a compartir el planteamiento inicial de la tarea, pero no puedo mostrar resultados, puesto que no lo he llevado a cabo.

Voy a sugerir a los chicos/as la realización de un cuaderno de la paz. En él, que tendrá un formato digital a través del blog que compartimos, para facilitar el acceso común, van a señalar todas las cosas que encuentren en su vida común, ya sea de forma cercana o a través de los medios de comunicación que sean favorecedoras de la Paz, y también aquellos actos personales que aún pequeños, generen un ambiente pacífico. Al final de curso, serán ellos mismos los que otorguen el premio a la mejor medida por la Paz. Es así donde podemos contribuir de manera eficaz. Los niños no pueden quedarse con la idea de que alimentar la paz es dar de comer a las palomas, deben entender que son agentes generadores de paz y no violencia en todos los momentos de su vida.


IMAGEN ALBA LAMUELA