UNA PEQUEÑA APORTACIÓN DESDE MI HUMILDE EXPERIENCIA, SOBRE COMO SE PUEDEN INTENTAR SOLUCIONAR LOS PEQUEÑOS PROBLEMAS DIARIOS QUE SE PRODUCEN EN LAS ESCUELAS.
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jueves, 28 de enero de 2016

JORNADA CONTINUA 4. ROMPIENDO PARADIGMAS SOCIALES

Cuando viajas por otro país europeo, da igual el que sea, te percatas de la diferencia entre  los horarios que rigen su modelo social y el nuestro. La primera vez, piensas que es una cuestión diferencial entre dos culturas sin más. Cuando vas ampliando tus conocimientos turísticos, y el  abanico de países visitados se  amplia, comienzas a percatarte de que en España tenemos una disfunción horaria con respecto al resto de países de nuestro entorno.
Lo curioso es que cuando charlaba con mis abuelos sobre su infancia, este año hubiesen cumplido los cien, no me refiero a la Edad Media precisamente, relataban sus "batallitas" encuadradas en un modelo horario completamente distinto al nuestro. Se levantaban temprano, para aprovechar la luz del sol. Almorzaban con contundencia, el trabajo en el campo así lo requería, comían en el tajo muchos días, y no lo hacían de forma opulenta, puesto que inmediatamente debía regresar al esfuerzo físico. Y al volver a casa por la tarde, la hora de la cena era bastante anterior a la que utilizamos ahora, acostándose pronto.
Hemos cambiado todo este ritmo horario. El momento en que se hizo debió de ser cuando empezamos a cambiar la hora, para gestionar mejor la luz solar nos dijeron. Lo hicimos como otros países de nuestro entorno, pero mientras el resto de naciones no modificaron sus costumbres horarias, nosotros las retrasamos junto con la hora.
Hacia los años setenta u ochenta los trabajadores del sector industrial y los funcionarios, reconvirtieron su jornada en unificada, y pasaron a disponer del sábado como día festivo. Se adecuaron a las necesidades de la sociedad para conseguir que su  tiempo estuviese optimizado, mermado por los desplazamientos y cambios de actividad lo menos posible.
Con todo ello quiero decir, que la sociedad en la que vivimos debe modificar sus costumbres para obtener el mayor rendimiento posible. A veces se tiene más éxito o a veces se tiene menos, pero desde luego no hay ninguna de estas costumbres que permanezca desde la Edad Media. Se dice que los tiempos cambian, no es que lo hagan, los que sí que lo hacen son los medios que tenemos a nuestra disposición, las posibilidades que se abren ante nosotros, tanto tecnológicas como de otro tipo.
En tiempos de mis abuelos, los niños/as, al menos los que tenían la suerte de ir a la escuela, disponían de gran cantidad de vida familiar. No en vano en cuanto era necesario, las familias requerían de su contribución a la economía familiar, y acudían a colaborar en las labores agrícolas, y lo hacían todos juntos. Los padres/madres acudían a casa temprano y también esto facilitaba las cosas. Una de mis abuelas, que vivía en un entorno urbano, también relataba su vida infantil con una intensa vida familiar.
Deberíamos enfocar otra vez nuestras costumbres horarias, pero ya no escolarmente, sino socialmente. Si otros países de nuestro entorno han sido capaces de obtener un mejor rendimiento al tiempo de vida familiar. Si mis abuelos también lo conseguían ¿cuál es el problema para modificar ahora estas costumbres, que por cierto no son tan antiguas? Yo no veo ninguno, tan solo el famoso "siempre se ha hecho así", al que adornamos con todas las razones pedagógicas que queramos insertar. En el fondo, y tristemente, se trata solamente de un paradigma. Reflexionemos con la mente abierta, pensemos en las ventajas e inconvenientes que tiene para mi familia el cambio planteado. Hagamos una lista con las ventajas e inconvenientes que tiene para otra familia, en situación contraria a la mía, dicho cambio. Comparemos las listas, pero con la mente abierta y con honestidad. Y después de todo esto, construyamos nuestra opinión. No nos obcequemos y enfoquemos la discusión desde un punto de vista futbolístico.

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lunes, 25 de enero de 2016

SI SE PRODUCE UN CAMBIO DE LEY, DEBE SER REFLEXIONADA, CONSENSUADA Y DURADERA.

Están las cosas calentitas políticamente hablando. Pueden darse diferentes planteamientos de gobierno, pero alguno de ellos parece que conlleva la derogación de la  LOMCE. Hemos analizado en el blog algunas de sus ventajas e inconvenientes. Lo cierto es que si se produjese su derogación no estaría de más plantear algunas cosas que debería de tener en cuenta la nueva ley.
Lo primero es que debe ser algo consensuado, que sea de una vez perdurable en el tiempo, que no destruya aspectos positivos, solo por la necesidad de mostrar contraposición.
 Lo segundo es que debe ser convergente con la legislación europea, que cuando un alumno/a se traslade de un país a otro de la unión, su mayor dificultad sea la idiomática, no la administrativa.
Lo tercero es que debe ser convergente entre las autonomías. En este punto sería muy interesante el llegar a acuerdos entre las diferentes administraciones autonómicas. Un niño/a debería poder cambiar de una comunidad a otra, sin que los cambios de currículo le supusiesen ninguna dificultad.
Todo esto son cuestiones de alta política en las que poco  podemos intervenir, puesto que se mezclan con otros aspectos más complejos. Lo que sí que es cierto, es que hay algún aspecto en la LOMCE que quiere ser innovador, pero que no lo es definitivamente. Se queda a medio camino, sin terminar de romper con paradigmas anteriores y muy antiguos. Si se llegase a la formulación de una nueva ley, sería importante  que estos aspectos  se tuvieran en cuenta. Me centro en uno de ellos. La ley en vigor, marca que la promoción entre cursos debe hacerse teniendo en cuenta la calificación competencial, sin embargo obliga a marcar en el expediente las áreas suspensas. No termina de decidirse entre lo de siempre y lo nuevo, no llega a romper, y se queda entre dos aguas, queriendo contentar a todas las opiniones, sin conseguirlo con ninguna.
¿Son necesarias las dos evaluaciones? ¿Si la promoción de los alumnos viene dada por los resultados competenciales, es necesario que deba incrementarse el expediente académico con una valoración por áreas? A mi entender, la última sigue existiendo por no querer enfrentarse a los defensores de lo de siempre. Si la nota de la competencia matemática está bien puesta, se ha calificado profesionalmente y de forma eficaz, no tiene ningún sentido el duplicarla con la que decide el profesor de matemáticas individualmente. Sí que es necesario que pueda aportar sus impresiones particulares y que las mismas lleguen a los padres, para que sean partícipes de todas las coyunturas que se producen en el proceso escolar de sus hijos/as. Pero una duplicidad de las calificaciones no tiene más valor que el aumentar la burocracia en el expediente de los niños/as. Además lo que se consigue es una desazón entre el profesorado que no ve sentido en realizar el nuevo modelo de evaluación, y la innovación metodológica que llevaba acarreada  se queda paralizada, puesto que hemos dado una excusa para permanecer en la zona de confort que da lo habitual.
Entonces para evitar esta situación que puede llevar a la confusión, una posible solución sería el evaluar y calificar desde las competencias y solo desde las competencias. Como todos los cambios, conllevaría una bronca inicial, una explosión de protestas sobre todo por parte del sector docente que vería un poco removidas sus bases pedagógicas, pero sería hacia una mejora, al menos a mi entender, del proceso educativo. Es cierto que ahora mismo, al menos al final de curso debemos realizar la evaluación competencial, pero lo que se está haciendo es realizar una traslación de las notas de área hacia las competenciales, con las que creemos que tienen más cercanía, pero no suele ser una decisión tomada por el equipo didáctico, sino más bien por el tutor/a. Así pues en la mayoría de los casos estamos en un proceso ineficaz. Si solo tuviésemos que reflejar la nota competencial, podríamos trampear igual, pero sería realizar mal un trabajo para nada, o al menos supondría un esfuerzo parecido a hacerlo directamente bien. Creo que deberíamos dar ese paso, que no tenemos que tener miedo a avanzar, aunque a veces nos suponga ver malas caras. Los cambios cuestan, pero cuando se ven los resultados, las sonrisas vuelven.
Cuando en el colegio planteamos una reagrupación de los alumnos/as en los cambios de ciclos, como una mejora de la convivencia, los padres/madres pusieron el grito en el cielo. Ahora los que más se asustaron están encantados con la medida. El mar puede dar miedo, pero el susto es menor si vas en un buen barco y con un buen piloto. Lo que asusta de verdad es navegar entre dos aguas.

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viernes, 22 de enero de 2016

JORNADA CONTINUA 3. ¿Y SI PENSAMOS DE VERDAD EN LOS NIÑOS/AS?

Está revolucionado todo el mundo educativo en Aragón, con la Orden de organización de tiempos escolares. En entradas anteriores, he comentado las repercusiones organizativas y de agravios comparativos que pueden darse, pero la realidad va más allá.
Se están produciendo enfrentamientos entre diversos sectores de la comunidad educativa, y lo que puede ser peor, entre posturas diferentes dentro de un mismo sector.
Así podemos ver intereses diferentes entre maestros/as. Intereses distintos entre unos padres y otros, que se ven agravados si no coinciden los que sostienen los representantes del Consejo Escolar, con los que manifiestan grupos importantes dentro de su colegio. En fin una maraña de intereses personales que está tan enredada que no nos deja ver la realidad.
La realidad, a mi entender, es una sola. Se tiene que actuar buscando el bien de los niños/as y de las familias. Sé que para unos grupos dicho bien está en la jornada partida y para otros en la continua, así que tampoco debemos empecinarnos en las razones pedagógicas. Tanto una postura como la otra van a encontrar argumentos que justifiquen educativamente sus razones. Todo lo que se argumente en este sentido acabará siendo mera sofística.
¿Entonces en que podemos basarnos para tomar una postura u otra? Solo se me ocurre un punto de vista, que es el del aumento del tiempo de vida familiar.
A los maestros/as no se nos debería preguntar, ya sé que con esta afirmación voy a enfrentarme a algunos/as compañeros. Nosotros debemos adecuarnos a lo que decidan las familias del colegio. De la misma forma que es necesario para los niños/as tener un periodo vacacional cada dos o tres meses, y gracias a ello nos beneficiamos de un descanso, que por otro lado creo que por salud mental es necesario, si las familias necesitan un tipo de jornada, no la debemos discutir. Las reivindicaciones laborales, debemos ejercerlas en otros aspectos. Por esta misma razón, la sociedad debería de dejar de quejarse de las vacaciones docentes. Si lo primero son los niños/as, lo son siempre, cuando este argumento me beneficia y cuando me perjudica. Así que deberían decidir las familias.
Por otro lado, si los alumnos/as van a poder permanecer en el colegio el mismo tiempo, y lo que cambia es la distribución del mismo, las familias a las que beneficie la jornada partida, no se ven perjudicadas. Aquí es donde se esgrimen argumentos de rendimiento escolar. No me valen, puesto que los hay, y muy válidos, para la postura contraria.
Las familias que con la jornada única pueden beneficiarse de un mayor tiempo de vida familiar, no lo hacen  a costa del perjuicio de los que no puedan. Así que a mi parecer, si con el cambio de jornada, unos niños/as pueden ganar tiempo de estancia en su hogar, con sus padres, que es el mejor modelo educativo, no podemos, ni debemos cercenar esa posibilidad. La pena es que por cuestiones laborales algunas no puedan beneficiarse de esta posibilidad, pero más valdrá que gane parte de la sociedad, que quiere acogerse a un cambio, sin que haya perjudicados, a que por mantener un paradigma, no haya perjuicio, pero tampoco beneficio.
A mayor tiempo familiar, mayor mejora educativa. Repito que el núcleo desde donde se educa es la familia, el colegio es el lugar donde los niños aprenden. Por esta razón mantengo mi apoyo a la jornada continua, lo demás me parecen falacias interesadas.

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jueves, 21 de enero de 2016

LOS GRANDES GOBERNANTES NO TIENEN MIEDO A LA INNOVACIÓN.

He intentado analizar los problemas organizativos, que me surgieron en un primer vistazo al borrador de Organización de Tiempos escolares del Gobierno de Aragón. Tras esta primera reflexión, nos hemos lanzado a realizar el proyecto, y en los comentarios que han surgido en nuestro colegio, hay uno que me ha parecido de gran interés.
Belén, una compañera muy comprometida con la innovación escolar, expresó el siguiente planteamiento:
"Una vez lanzados a romper estructuras, y dado que se da el paso más difícil que es romper con el paradigma y lo establecido, ¿no sería bueno ir un paso más allá, y organizar la jornada escolar por el aprendizaje de competencias y no el de áreas?" La verdad es que se me encendió una bombilla y me ilusioné con su propuesta. El maestro que tengo dentro, se sintió motivado con una futura realidad que encajaría mucho mejor con mi forma de actuar y de entender la escuela. Sin embargo, el gestor escolar, empezó a encontrar multitud de problemas administrativos a la propuesta. Tenemos que cumplir el Anexo IIIB, que hace referencia a la distribución horaria semanal, debemos cumplir un mínimo de hora impartidas en lengua inglesa, por seguir la normativa del British Council, etc.
La cuestión es que sufrí un ataque que podríamos llamar "dicotómico". Lo que el maestro quería, el gestor escolar lo rechazaba. No queda otra que cumplir con la normativa, y así el proyecto que hemos elaborado, cumple con los requisitos establecidos por la Administración. Pero ciertamente, es una pena, que no podamos tener una autonomía de centro, real y suficiente, para poder embarcarnos en una travesía de este calibre.
Sería algo estupendo, poder organizar el colegio con agrupaciones flexibles, que no tuviesen que ver con la edad de nacimiento, pudiendo juntar los grupos y docentes que considerásemos necesarios en los momentos adecuados. Poder trabajar interdisciplinarmente de forma real, organizándonos por las necesidades competenciales de los alumnos/as.  Poder llevar a cabo todas las experiencias que nos cuentan y que leemos, y nos ponen los dientes largos de envidia.
Con esto, no quiero decir que los centros puedan hacer lo que quieran sin ningún tipo de control, todo lo contrario, deberían estar expuestos a uno  mayor , más riguroso y cotidiano, por parte del servicio de inspección educativa. Deberían justificar sus acciones, y encuadrarlas en un marco principal, previamente definido y aprobado por parte de la Administración educativa.
Si un cirujano, descubre un nuevo método de operar, lo valida razonadamente y lo expone a sus superiores, ¿no resultaría chocante que no lo pudiese utilizar, porque los protocolos de quirófano no le dejasen?
Efectivamente la innovación requiere desafíos, incluso algún error, pero como he dicho muchas veces, la Administración educativa debería fomentarla.
Fomentar la innovación, no es proponer muchos cursos de formación con grandes pensadores. Fomentarla de verdad, es atreverse a retirar las barreras administrativas que no permiten dar saltos hacia adelante, que no dejan coger impulso para realizar un buen salto de longitud.
Los buenos gobernantes no son aquellos que no se atreven a realizar grandes cambios, por miedo a la pérdida de votos, eso se llama ser un gestor. Los buenos gobernantes son los que ven con preclaridad hacia donde va la sociedad, y se atreven a mejorar las condiciones para que ese avance sea lo más cómodo y rápido posible. Si sabemos que el camino es el adecuado, no hace falta que veamos el final, debemos coger impulso y adentrarnos en la niebla, hasta llegar a la claridad.



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lunes, 18 de enero de 2016

ORGANIZACIÓN DE TIEMPOS ESCOLARES. DECÁLOGO DE CONSIDERACIONES ORGANIZATIVAS. JORNADA CONTINUA 2

Estamos trabajando  con el borrador de la orden de organización de tiempos escolares. En nuestro colegio, tras una consulta a las familias, se decidió comenzar el proceso cuando la normativa  marcase formas y plazos, ha llegado ese momento. 
Lo he leído varias veces y me surgen una serie de dudas de tipo organizativo que quisiera exponer en voz alta.
  • La primera es, que si el tiempo que pueden permanecer los alumnos/as en el colegio debe ser el mismo, pero con la jornada continua se tiene que ofertar un tiempo de refuerzo educativo gratuito  a cargo de al menos un docente. ¿No estamos ante un agravio comparativo con respecto a los centros de jornada partida? ¿Por qué hasta ahora no se ofertaba ese refuerzo, si el espacio temporal de permanencia en el colegio es el mismo? ¿Por qué no es obligatoria esta medida con carácter general? Tan solo habría que cambiar la hora de realización, unos centros de una y media a tres, y otros de tres a cuatro y media.
  • La segunda hace referencia a la asistencia al comedor. ¿Los alumnos que no permanezcan en el comedor escolar, podrán volver al centro para realizar las actividades de refuerzo después de comer? Si es así, ¿no se trata de una ampliación de la jornada? Si no es así, ¿no estamos ante un agravio comparativo entre los alumnos/as que puedan pagar el comedor o bien tengan acceso a la beca, y los que no?
  • La tercera  es que si el profesorado que realiza la actividad de refuerzo gratuita, la realiza en horas lectivas, y por lo tanto es a costa de modificar su horario de entrada al  colegio, debería realizarse por todo el claustro de maestros/as de forma equitativa. Así, si yo tengo un cupo de treinta maestros/as, cada día deberían quedarse seis a hacerse cargo de la actividad gratuita. ¿Si se quedan los seis, y por lo tanto es imposible cuadrar los horarios de la mañana, agrupo clases en algunas áreas superando la ratio establecida? ¿No reparto equitativamente esos grupos de apoyo y designo de forma "digital" los maestros/as que deben hacerse cargo de los mismos? Si es así, ¿no creará esta situación un ambiente de tensión que degenerará en un empeoramiento del clima del centro, y por lo tanto la pérdida de entusiasmo que es el motor de la innovación? Si por el contrario la asignación de maestros es semanal, ¿puedo hacer que la docencia de determinadas áreas se repartan entre varios docentes dependiendo de si tienen o no refuerzo por la tarde?
  • La cuarta es que si todas las reuniones de coordinación deben hacerse a las cuatro y media, ¿no obliga a permanecer a los maestros más horas en el centro escolar? Esto tendría especial repercusión en los CRAs donde además los maestros/as deben desplazarse para poder tener dichas reuniones. El optimizar horarios y reducir las horas muertas, genera mejor clima laboral, y en una escuela, esto siempre va en beneficio de los alumnos/as.
  • La quinta es que en los centros que están en más de una localidad, ¿deberá haber un docente por cada una de las sedes, a pesar de que no haya usuarios que quieran hacer uso del servicio? ¿Si de repente alguien quiere hacer uso de dicho servicio, deberá modificarse el horario de todo el colegio para atender dicha solicitud?
  • La sexta, aquí voy a referirme a un caso que nos atañe en particular. Disponemos del apoyo educativo, pero a través del programa AUNA,  dos docentes lo realizan pero no a cambio de horas lectivas, por lo que no afecta en ningún momento a las actividades regulares, ni a la distribución horaria marcada en el Anexo IIIB. La pertenencia a dicho programa se realiza de forma voluntaria por las familias, tras una invitación por parte del equipo directivo. A pesar de ser muy positiva para los alumnos/as, muchos de los asistentes se acaban cansando y quieren dejar de pertenecer al programa, insistimos en que no puede ser, pero aún así nos cuesta convencer a las familias para que no cedan al deseo de abandono de sus hijos/as. Si una vez que está realizado el horario del colegio, no se apunta ningún niño a la actividad de refuerzo, o si bien una vez apuntados dejan de venir, ¿qué pasa con el horario de los maestros/as que tienen su asignación horaria de tardes?
  • La séptima, se dice en el borrador, que la Administración tendrá tres años para derogar el cambio de horario, uno de los motivos puede ser la bajada de los resultados académicos. ¿Tiene previsto la Administración el obligar al cambio a todos los colegios que sigan con jornada partida, si los resultados de la mayoría de los centros que se acogen a la jornada continua mejora?
  • La octava consideración tiene que ver otra vez con nuestra organización particular. Disponemos de varios tipos de apoyo, los hemos ido describiendo en este blog. Si debemos cambiar la jornada de varios docentes para poder atender las actividades de refuerzo, debe ser a costa de realizar estos apoyos por la tarde o al menos los que llamamos de nivel y los de "compensación educativa". Hasta ahora, los niños acuden a unos apoyos que se han demostrado muy provechosos objetivamente, con los resultados curriculares en la mano. Si se dan por la tarde, ¿acudirán estos niños/as, que suelen pertenecer a clases sociales desfavorecidas o bien, al no estar nadie pendiente, preferirán permanecer jugando en sus casas o en la calle?
  • La novena, también tiene mucho de particular. Estos niños/as a los que aludo en la consideración anterior, ya acuden a actividades de refuerzo con dos ONGs que apoyan al centro. ¿No será excesivo el número de horas a los que queremos aplicar disciplina escolar a estos muchachos/as? ¿No conseguiremos el efecto de rechazo escolar?
  • La décima y última, es que una de las mejoras que aporta la jornada continua es que los alumnos/as pueden aprovechar el tiempo para realizar las actividades extraescolares en ese periodo, aumentando el tiempo para la vida familiar. Se trata de encontrar un horario más racional, ya no solo en la vida escolar, sino que deberíamos aplicarlo a la costumbre social e intentar una aproximación al horario europeo. ¿No estamos poniendo trabas con alguna de las medidas propuestas a esta aproximación?
Aprovechando la coyuntura, ¿sería un buen momento para favorecer un cambio drástico y comenzar a aplicar un aprendizaje con una organización basada en las competencias y pensando menos en las áreas? ¿La Administración educativa estaría dispuesta? Dejo esta reflexión para profundizar sobre ella en una próxima entrada.

Me da la impresión que se ha querido poner una puerta a un proceso que debe ser más natural y que debería respetar la decisión de los colegios, teniendo siempre en cuenta que esta decisión la deben tomar la mayoría de las familias. Creo que no debería preguntársenos a los maestros/as, nosotros debemos favorecer a la sociedad para la que trabajamos, y adecuar nuestro horario laboral a las necesidades en concreto del colegio en el que ejercemos nuestra labor docente. No me gustaría que nadie viese en los puntos de este decálogo ventajas o inconvenientes para los docentes. Solo se refieren a  como algunas  medidas, que aunque parecen puestas con buena intención, pueden afectar tremendamente al devenir organizativo de los colegios. Las puertas en el campo acaban siendo inútiles.
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