UNA PEQUEÑA APORTACIÓN DESDE MI HUMILDE EXPERIENCIA, SOBRE COMO SE PUEDEN INTENTAR SOLUCIONAR LOS PEQUEÑOS PROBLEMAS DIARIOS QUE SE PRODUCEN EN LAS ESCUELAS.
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jueves, 15 de octubre de 2015

LA IMPORTANCIA DE REMAR TODOS JUNTOS.

La tarea educativa no es sencilla, y no depende del colegio en su parte más importante, esta labor es familiar, y el colegio solo es un apoyo que facilita la responsabilidad parental.
Algunas veces, los problemas que surgen en el devenir educativo, pueden afectar al desarrollo educacional de los menores, y como consecuencia, pueden producirse algunos comportamientos en los niños/as que no son los deseables en un proyecto de ciudadano/a responsable y cívico. Cuando esto ocurre fuera del ámbito escolar, cada padre/madre actúa conforme su experiencia o sentido de la responsabilidad le guía. Todos los padres/madres podemos obrar  de una forma equivocada en algún  momento dado, pero no suele ser ningún problema, puesto que el cariño ejerce como factor corrector, y todo suele encauzarse por el buen camino.
Cuando los problemas de comportamiento tienen lugar dentro del centro escolar, en las horas de clase, o en el horario de las actividades complementarias, cada colegio activa lo previsto dentro del Reglamento de Régimen Interno, que está basado en el Decreto de Derechos y Deberes del Gobierno de Aragón. Cuando la medida educativa que se debe imponer al alumno/a es lo suficientemente importante, se le notifica a la familia, para que sea conocedora de la misma, y para que respalde la labor del colegio, de forma que el menor, vea que la suya,no ha sido una actuación responsable, y en el futuro, corrija su forma de proceder.
En la mayoría de los casos, cuando se produce una actuación merecedora de alguna medida de este tipo, el apoyo de la familia es inmediato; solo si el niño/a ve que todos los adultos que le rodean y que tienen responsabilidad en su educación, actúan con unanimidad, las medidas educativas tienen eficacia y llegan a buen puerto.
 Pero en algunos casos, algunas familias, cuando son requeridas para dar respaldo a las decisiones del centro, no tienen esta actitud positiva. Para empezar no confían en que el colegio actúe siempre buscando el bien de sus hijos, sino que creen que se quiere actuar contra ellos, en lugar de con ellos. En estos casos siempre aparece la misma afirmación."Seguro que algo le han hecho a él/ella primero". Desde el momento en que esta frase sale a relucir, ya poco se puede esperar del trabajo y el esfuerzo realizado. Por mucho que el colegio se esfuerce en hacer comprender al niño/a sobre los beneficios de un cambio de actitud ante un determinado comportamiento, al llegar a casa, le van a convencer de lo contrario, y el peso educacional de la escuela es mínimo si se compara al que tiene la influencia familiar.
El otro día en una situación como la que acabo de contar, un niño reconocía que su comportamiento no había sido el adecuado, se percataba de su error, y además de motu propio,  decía que debía pedir disculpas a un compañero con el que había tenido un mal encuentro. Como hecho educativo, actitud perfecta, todos podemos tener errores, lo importante es reconocerlos, intentar reparar el daño causado, y tener esto presente para no volver a tener la actitud anómala. Pues bien, el padre, en lugar de ver lo positivo de lo que estaba haciendo su hijo, se empecinó en el "algo te habrá hecho a ti primero", cuando le dijimos que el mismo niño era quien lo estaba reconociendo, nos apelaba a que lo estaba haciendo por nuestra "amenazante" presencia, y se lo llevo a un aparte para "aleccionarle".
Este es un hecho muy puntual, pero lo que está claro es que familia y colegio deben remar en el mismo canal.
Las dos partes son importantes en el hecho educativo de los niños/as. Pero quien guía la barca, el timonel, es la familia. El colegio puede advertir sobre el rumbo que se ha marcado en la navegación, pero sin tener acceso al timón poco más se puede hacer.
Por eso, las familias deben mantener un grado de confianza considerable con la labor del centro educativo. Los profesionales podremos hacerlo mejor o peor, nadie es perfecto, lo que es seguro, es que no queremos nunca más que lo mejor para los alumnos/as. Si no fuera así, no tendríamos nunca enfrentamientos con las familias, diríamos a todo que sí, y no encontraríamos ningún problema, pero lo importante son los menores. Es una reflexión importante que quiero dejar aquí.

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